En México, el 75% de los trabajadores sufre fatiga por estrés laboral, posicionando al país en el primer lugar mundial en este indicador, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). A pesar de la introducción de la NOM-035 en 2018, los cambios tangibles en las empresas han sido limitados. El 40% de los empleados sigue reportando cargas de trabajo excesivas, de acuerdo con el estudio de Mercer Marsh Beneficios, lo que refleja que el bienestar no ha sido más que una promesa superficial.
Desde su lanzamiento, muchas empresas han caído en la trampa de confundir programas de bienestar con estrategias de prevención reales. Clases de yoga, mindfulness y campañas de alimentación saludable han sido implementadas como un «parche» sobre problemas estructurales más profundos, como jornadas extendidas, liderazgos ineficaces y cargas laborales inadecuadas. Sin embargo, la salud mental no se fortalece con iniciativas pasajeras; requiere cambios en las políticas y cultura organizacional.
Es evidente que una clase de meditación no compensa jornadas de 12 horas ni ambientes tóxicos. La NOM-035, más que una invitación a impulsar el bienestar individual, plantea la necesidad de identificar, prevenir y gestionar los riesgos psicosociales desde la raíz.
Si bien la NOM-035 ha generado conciencia en torno a la salud mental, su implementación no ha logrado el impacto necesario. La falta de capacitación especializada y la ausencia de controles claros han permitido que muchas empresas apliquen medidas simbólicas sin atacar las causas reales del estrés y la ansiedad laboral.
La actualización de diciembre de 2023, que integró los trastornos mentales como enfermedades laborales reconocidas, es un avance, pero llega como una medida reactiva. Atender las consecuencias no es suficiente: la clave está en prevenir. Esto implica revisar y corregir desde los horarios de trabajo hasta la calidad del liderazgo y las relaciones entre compañeros.
Para que la NOM-035 tenga un impacto real, es necesario pasar de las promesas a las acciones. Las empresas deben comprometerse a implementar cambios estructurales que permitan a los empleados desarrollar su trabajo en un entorno saludable y respetuoso.
No se trata solo de cumplir con la norma, sino de entender que un entorno laboral sano es un motor para el desempeño, la retención del talento y la productividad. El bienestar no es una moda ni un accesorio; es el reflejo de una cultura organizacional bien gestionada, donde se respetan los límites laborales y se prioriza la salud mental.
Seis años después del lanzamiento de la NOM-035, es momento de preguntarnos: ¿realmente estamos cuidando a los colaboradores o solo estamos maquillando los problemas con programas superficiales? La prevención de riesgos psicosociales no puede ser un discurso vacío; debe ser una práctica diaria.
Las empresas que logren implementar cambios reales, desde los horarios hasta las relaciones laborales, serán aquellas que no solo cumplan con la norma, sino que impulsen un cambio positivo para sus empleados y su organización. Al final, el bienestar no se construye con promesas, sino con acciones concretas y Compliance.