En el escenario del segundo debate entre los candidatos a la jefatura de la Ciudad de México, la sombra de la corrupción se alzó como protagonista indiscutible. Sin embargo, más que propuestas innovadoras, el debate estuvo marcado por un intercambio de acusaciones y señalamientos mutuos que, para muchos expertos en compliance y transparencia, resultaron más recurrentes que las soluciones concretas.
El evento, que debió haber sido una oportunidad para presentar estrategias novedosas en el combate a la corrupción, se convirtió en un escenario donde los candidatos se disputaban el título de «el menos corrupto», utilizando la plataforma para lanzar ataques personales en lugar de presentar planes de acción tangibles.
Desde hace décadas, la corrupción ha sido un problema arraigado en la política mexicana, y este debate no hizo más que subrayar la persistencia de este mal. A pesar de las promesas de transparencia y la creación de comités anticorrupción, las propuestas presentadas carecieron de la profundidad y la innovación necesarias para abordar una problemática tan arraigada en la sociedad. Nadie habló de Compliance.
Las acusaciones de corrupción, lejos de ser una sorpresa, se han vuelto moneda corriente en el discurso político, eclipsando cualquier intento real de abordar la raíz del problema. ¿Qué nos dice esto sobre el estado de nuestra democracia? ¿Cómo podemos esperar un cambio real cuando los debates se convierten en un campo de batalla de señalamientos y descalificaciones?
¡Hagamos que suceda! Es hora de que como ciudadanos exijamos más que simples promesas vacías. Necesitamos candidatos que no solo hablen de combatir la corrupción, sino que presenten planes concretos, transparentes y evaluables para lograrlo. Más allá de las disputas partidistas, es responsabilidad de todos nosotros demandar un cambio real y tangible en la forma en que se hace política en nuestro país.
El tercer debate se avecina, y con él, una oportunidad para que los candidatos demuestren un verdadero compromiso con la transparencia y el combate a la corrupción. Esperemos que esta vez, el espectáculo político dé paso a propuestas sólidas y acciones concretas que nos acerquen un poco más a una Ciudad de México libre de corrupción.
Hagamos que suceda, porque Compliance urge.
AP