El Grito de Independencia de México, celebrado el pasado 15 de septiembre bajo la presidencia de Andrés Manuel López Obrador (AMLO), ha sido una ocasión para reflexionar no solo sobre la historia y el patriotismo, sino también sobre la evolución del discurso político y su impacto en la percepción pública. Este evento, que marcó el último Grito de Independencia de López Obrador antes de entregar el cargo a Claudia Sheinbaum, presenta un panorama interesante desde el punto de vista del Compliance, particularmente en cuanto a la transparencia y la integridad en la gestión pública.
López Obrador utilizó su último Grito para celebrar lo que él denomina la «Cuarta Transformación», un movimiento político que ha caracterizado su administración. Esta referencia recurrente a su agenda política dentro del discurso presidencial, puede ser vista como un intento de consolidar un legado y reafirmar su visión en un momento de transición de poder. En términos de Compliance, esto plantea una cuestión sobre la separación entre los actos de gobierno y la política partidaria. Los discursos oficiales y ceremoniales deben adherirse a principios de neutralidad y evitar la utilización de plataformas gubernamentales para fines de campaña o propaganda política. La inclusión de arengas como “¡muera la corrupción!” y “¡viva la Cuarta Transformación!” podría ser interpretada como una mezcla de lo ceremonial con lo político, un aspecto que debe ser gestionado cuidadosamente para evitar percepciones de parcialidad o conflicto de interés.
La firma del decreto para la reforma judicial, que propone la elección de los jueces por voto popular, es una muestra de cómo las políticas de gobierno se entrelazan con los eventos conmemorativos. Esta reforma, anunciada en la misma fecha, refleja una intención de reformar el sistema judicial en México, un tema que ha sido central en la agenda de AMLO. Desde la perspectiva de Compliance, la implementación de reformas tan significativas requiere un enfoque riguroso en cuanto a la transparencia del proceso. Es crucial que cualquier cambio en la legislación sea manejado con un alto grado de claridad y que los procedimientos sean abiertos y accesibles para garantizar la confianza pública en la integridad del sistema.
El contexto en el que se celebró el Grito también fue marcado por la violencia en varios estados del país, lo que llevó a la cancelación de festejos en lugares como Sinaloa, Chiapas, y Nuevo León. Este contexto de inseguridad resalta la importancia de la gestión de riesgos y la seguridad pública en la organización de eventos de esta magnitud. En términos de Compliance, la capacidad del gobierno para anticipar y gestionar riesgos asociados con la violencia y la seguridad es un componente crucial para proteger la integridad de las celebraciones públicas y la seguridad de los ciudadanos. La coordinación entre autoridades locales y federales, así como la implementación de medidas de seguridad adecuadas, son esenciales para mantener la confianza pública y la integridad del estado de derecho.
El último Grito de Independencia de López Obrador ha sido un momento significativo en el cual se han entrelazado elementos de celebración patriótica, legado político, y reformas judiciales. Desde una perspectiva de Compliance, es determinante que los actos oficiales y las reformas sean gestionados con la mayor integridad y transparencia posible, evitando la fusión de intereses políticos con funciones ceremoniales y asegurando una clara separación entre estos ámbitos. La gestión adecuada de los riesgos asociados a la seguridad pública también juega un papel esencial en la preservación de la confianza en las instituciones.
Mientras México avanza hacia una nueva administración, es imperativo que se mantenga un enfoque firme en el cumplimiento de normas y la promoción de la transparencia para asegurar que la evolución política y las reformas sigan fortaleciendo el estado de derecho y la confianza pública en el sistema gubernamental.
¡Hagamos que suceda!