«Con gran poder viene una gran responsabilidad.» Esta famosa frase de la película Spider-Man trasciende el mundo del cine para cuestionar cómo los líderes utilizan su autoridad en momentos críticos. Recientemente, las acciones de Donald Trump han encendido un debate global sobre los límites éticos en el poder político. Pero más allá de las medidas específicas, ¿qué nos dicen estas decisiones sobre el estado actual del liderazgo y la ética en el mundo?
En días recientes, Trump implementó medidas que han resonado internacionalmente. Entre ellas, la amenaza de imponer aranceles del 25% a Colombia por negarse a recibir vuelos con migrantes deportados. Esta acción no solo afecta relaciones bilaterales, sino que también plantea una pregunta fundamental: ¿es la coerción económica una herramienta legítima en la diplomacia o un abuso de poder?
Otro ejemplo es la orden ejecutiva para eliminar la ciudadanía por nacimiento en Estados Unidos, bloqueada temporalmente por un juez federal por considerarla «descaradamente anticonstitucional». Estas iniciativas generan reflexiones sobre el equilibrio entre proteger los intereses nacionales y respetar los derechos humanos fundamentales.
Hannah Arendt, en Los orígenes del totalitarismo, escribió: «El poder sin legitimidad está destinado al fracaso.» Las decisiones recientes de Trump, criticadas tanto en su país como en el extranjero, nos invitan a preguntarnos si estas medidas buscan soluciones reales o simplemente consolidar un discurso de poder. La falta de consideración por las repercusiones humanas y sociales de estas políticas puede conducir a un liderazgo desvinculado de las necesidades de la sociedad.
En el ámbito del Compliance, las organizaciones enfrentan constantemente el dilema entre el cumplimiento de normativas y la búsqueda de objetivos estratégicos. Este principio debería aplicarse también a los líderes políticos. ¿Qué pasaría si las decisiones se evaluaran no solo por su impacto económico o político, sino también por su adherencia a principios éticos universales?
El caso de la suspensión de visados a Colombia es un ejemplo claro. Si bien puede considerarse una estrategia de presión, ¿qué mensaje envía a las poblaciones vulnerables que buscan refugio? ¿Estamos priorizando intereses políticos sobre el bienestar de las personas? Estas preguntas deben resonar tanto en las políticas públicas como en las decisiones corporativas.
Es crucial que como sociedad cuestionemos a nuestros líderes y exijamos mayor transparencia y ética en sus decisiones. Las políticas no pueden diseñarse en un vacío moral. En palabras de Nelson Mandela: «La verdadera medida de cualquier sociedad puede encontrarse en cómo trata a sus miembros más vulnerables.»
Hoy más que nunca, necesitamos un liderazgo que inspire confianza y respete la dignidad humana. Las decisiones controvertidas de Trump nos recuerdan que el poder es una herramienta que puede construir o destruir, según cómo se use. ¡Hagamos que suceda!
La próxima vez que un líder tome una decisión polémica, pregúntate: ¿Está construyendo un legado basado en la justicia y la equidad o simplemente reforzando una narrativa de poder? Al final del día, todos somos responsables de exigir un mundo más justo. Como ciudadanos, empleados o líderes, tenemos el poder de cuestionar, reflexionar y actuar. Y tú, ¿estás dispuesto a asumir esa responsabilidad?
Esta es una invitación a pensar, a reflexionar y a no aceptar lo cuestionable como normal. Porque el cambio comienza cuando nos atrevemos a preguntar: ¿Es esto lo correcto?
Hagamos que suceda.