Cuando la omisión también mata: Lecciones de Compliance tras la tragedia en AXE Ceremonia

Por Adriana Peralta

“La responsabilidad no se delega, se asume.”

El pasado 5 de abril, dos jóvenes fotoperiodistas perdieron la vida mientras trabajaban en la cobertura del festival AXE Ceremonia en el Parque Bicentenario de Ciudad de México. Berenice Giles Rivera y Miguel Ángel Rojas Hernández, ambos en sus veintitantos, fallecieron al colapsar una estructura metálica decorativa a causa de fuertes vientos.

Esta tragedia no solo estremeció al mundo del entretenimiento y la comunicación, también destapó una serie de omisiones graves en materia de compliance, ética organizacional y responsabilidad laboral que no pueden pasar desapercibidas. Lo más alarmante es que, a la fecha, nadie ha asumido públicamente la responsabilidad del incidente. Pero, ¿qué falló desde el punto de vista de compliance?

  1. Gestión de riesgos inexistente o ineficaz.

La estructura que colapsó no formaba parte del diseño autorizado por Protección Civil. Su montaje fue improvisado o no supervisado correctamente. Este hecho refleja un problema estructural de falta de controles internos, ausencia de auditorías operativas y un nulo respeto por los protocolos de seguridad.

  1. Fallas en la cadena de responsabilidad.

Desde el organizador del evento, hasta las autoridades del recinto, pasando por las empresas subcontratadas, nadie ha asumido la responsabilidad de la estructura. Este silencio colectivo muestra un fenómeno común en entornos con baja cultura de cumplimiento: la dilución de responsabilidades. Y eso, desde el compliance, es inaceptable.

  1. Condiciones laborales precarias e invisibles.

Berenice y Miguel no eran empleados del festival ni contaban con contratos formales. Eran trabajadores independientes (freelancers), que cubrían el evento para el medio Mr. Indie. Esto nos enfrenta a una verdad incómoda: quienes sostienen la cobertura cultural y mediática en este país, muchas veces lo hacen sin garantías laborales ni medidas de protección.

  1. Crisis mal manejada y falta de transparencia.

A pesar de que el accidente ocurrió durante el evento, los organizadores decidieron continuar con la programación. No se emitió un comunicado oficial hasta después. Se eliminaron publicaciones de redes sociales. Se evitó nombrar a las víctimas. Esta respuesta revela una profunda desconexión ética: la reputación se priorizó por encima de la verdad.

¿Dónde estaba el compliance?

El compliance no es solo una lista de políticas o requisitos legales, es una cultura organizacional que previene riesgos, identifica responsabilidades, protege a las personas y promueve la ética en cada decisión. Y en este caso, el sistema falló desde todos los frentes.

No basta con cumplir «lo mínimo legal». Se trata de prever escenarios, proteger vidas y actuar con integridad incluso en la crisis. Un evento masivo que no implementa un programa real de compliance (o lo ve como un trámite más) está jugando a la ruleta con la seguridad de miles.

Me gustaría hacer un análisis de lo que esta tragedia nos enseña:

  • El riesgo de subcontratar sin supervisión.

Muchas estructuras en eventos son montadas por terceros. Pero la responsabilidad sigue siendo del organizador. Delegar la ejecución no equivale a delegar la responsabilidad legal y ética.

  • El abuso de la informalidad laboral.

Los freelancers, periodistas independientes y creadores de contenido suelen quedar fuera de los sistemas de protección social. Urge profesionalizar estos vínculos laborales con contratos, capacitaciones y seguros.

  • La fragilidad de la ética ante la imagen.

¿Por qué no se detuvo el festival? ¿Por qué se tardó en comunicar la muerte? Porque muchas veces, la reputación pesa más que la integridad, y eso es exactamente lo que una cultura de compliance busca transformar.

Este caso debe generar reformas. No solo de ley, sino de conciencia:

  • Que los festivales masivos adopten códigos de ética y programas de compliance reales, con responsables internos que supervisen cada etapa.
  • Que los medios que envían personal a cubrir eventos exijan condiciones seguras para sus colaboradores.
  • Que se hable del compliance laboral de los freelancers, que también merecen protección.

Y, sobre todo, que la vida de Berenice y Miguel no quede en el olvido. Que sus muertes sean la última advertencia que ignoramos.

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