El Día de Muertos es el momento ideal para recordar que el tiempo y el espacio se desvanecen cuando honramos a quienes han sido parte de nuestro camino. En Compliance, igual que en la vida, cada acción que tomamos crea una huella que trasciende y se convierte en parte de nuestro legado.
La ética como herencia viva
Así como recordamos con amor y respeto a nuestros seres queridos, debemos reflexionar sobre el impacto ético que queremos dejar. Como dijo alguna vez Maya Angelou, «las personas olvidarán lo que dijiste, olvidarán lo que hiciste, pero nunca olvidarán cómo las hiciste sentir.» En el ámbito profesional, cada acción debe ser reflejo de integridad y responsabilidad; esta es la esencia del verdadero legado.
Construyendo caminos de confianza
En Compliance, la ética no es solo una norma; es una responsabilidad con aquellos que vinieron antes y con quienes vendrán después. Cada decisión refleja nuestro compromiso con la transparencia y la confianza. El filósofo Albert Schweitzer nos recuerda que «el ejemplo no es lo principal para influir en otros; es lo único». Nuestra labor diaria es una forma de inspiración viva, una muestra de que la integridad no solo se dice, se hace.
La memoria en las pequeñas acciones
El Día de Muertos también nos recuerda que la verdadera trascendencia está en los detalles. Al construir una cultura de integridad, es fundamental que cada gesto y cada acción, por pequeña que parezca, se guíen por los valores que deseamos ver perdurar. Los actos honestos y transparentes son como las flores de cempasúchil que marcan el camino de regreso para nuestros seres queridos: guían y orientan a quienes confían en nosotros.
Una cultura ética que trasciende
El desafío en Compliance es mantener vivos los principios, incluso en tiempos difíciles o cuando nadie nos observa. En el mundo actual, donde la confianza es un recurso frágil, es importante recordar que una cultura ética fuerte es el mejor legado que podemos dejar. Construir un ambiente de trabajo íntegro, justo y honesto no solo nos fortalece a nosotros, sino a todos los que formarán parte de ese entorno en el futuro.
Al igual que honramos a nuestros antepasados, nuestro paso por el mundo laboral y profesional construye una historia de ética y coherencia. Este Día de Muertos, reflexionemos sobre el tipo de legado que queremos dejar. Aquí me gustaría hacer una pregunta: ¿Qué dirán de nosotros quienes nos recuerden en el futuro?
Aprovechemos esta celebración para hacer una pausa y pensar en el impacto de nuestras decisiones. En cada acción, honremos el ejemplo de aquellos que crearon bases de respeto y compromiso. Porque, al final, la verdadera inmortalidad no está en las palabras, sino en las acciones que perduran y en los recuerdos que construimos con ellas.